jueves, 26 de febrero de 2009





La meditación es un espacio interno de naturalidad, silencio interior, aceptación de la vida y compasión desbordante donde existe la sensación de entrega, confianza y no-hacer.
Aquellos que han conseguido llegar a este espacio lo describen como una sensación atemporal donde se ha detenido la mente, normalmente parlanchina.
Te despojas de tu identificación con una personalidad determinada, de la preocupación, de la planificación, las inseguridades, las dudas y simplemente vives cada momento apreciándolo íntegramente. Su vida progresa y fluye de forma perfecta sin que ellos tengan que “hacer” nada. Simplemente son y observan.
De niños, existimos en este espacio de forma inconsciente, sin identidad, nombre o dirección. Simplemente somos. Existimos en un estado de inocencia y confianza. Al salir de la infancia, perdemos inevitablemente nuestra conexión con ese estado y nos identificamos con la personalidad que adoptamos.
Podemos tener momentos en los que volvemos a experimentar esa sensación de unidad y atemporalidad: tal vez durante la práctica de la meditación, al hacer el amor, al bailar, en momentos de creatividad o durante un período de profunda tristeza y aflicción. Son breves destellos y luego nuestra mente vuelve a lo mismo, a todas nuestras identificaciones, apegos y miedos. Pero esos momentos pueden darnos el valor y el estímulo para continuar nuestro viaje, pues son una muestra de aquello hacia donde nos dirigimos.
Podemos cultivar la meditación practicándola diariamente, dándole espacio al cuidado de esa semilla al crear períodos de silencio e introspección, espacios en los que no estamos ocupados en nada y tenemos el espacio para observar. De una forma sencilla, esto crea progresivamente una mayor amplitud interior y más distanciamiento de las tensiones de la presión externa y los conflictos internos. El deseo de más silencio se desarrolla de forma natural, simplemente regando la semilla. Los sentimientos, las percepciones y la paz que nos aporta la meditación son inmensos.


Gautama Buda decía que el único refugio era la meditación.

1 comentario:

  1. Geya, un par de comentarios:

    1_Gran frase la del maestro: si estás desanimado, anima a los demás...Intuitivamente es lo que hago sin darme cuenta... Cuán sabia es mi esencia y qué poco la conozco.

    2_Meditación. En momentos de dolor es el único refugio, y casi sin darte cuenta aparece durante la meditación la idea "esto también pasará".

    Gracias por tus textos llenos de luz.

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