domingo, 17 de julio de 2011

El Aguador

   Había una vez en la India un aguador que llevaba sobre sus hombros un palo del que colgaban dos grandes vasijas, una en cada extremo del palo.

   Una de estas vasijas tenía varias grietas por las que escapaba el agua cuando el aguador la llenaba, de modo que al final del camino sólo conservaba la mitad, mientras que la otra vasija era "perfecta" y mantenía intacto su contenido.

   Todos los días, la vasija sin grietas estaba orgullosa de su logro, se sabía perfecta para lo que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba avergonzada de su imperfección y de no poder cumplir correctamente su cometido.

   Transcurridos así dos años hasta que un día la vasija le dijo al aguador:

   -Estoy avergonzada y quiero disculparme contigo, porque debido a mis grietas sólo obtienes la mitad del valor que deberías recibir por tu trabajo.

   El aguador le contestó:
   -Cuando regresemos a casa quiero que veas las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino.

   Así lo hizo la vasija y, en efecto, vio muchísimas y preciosas flores a lo largo de todo el camino.

   El aguador le dijo entonces:
   -¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino? Quise sacar el lado positivo de tus grietas y sembré semillas de flores. Si no fueras exactamente como eres, con tu capacidad y tus limitaciones, no hubiera sido posible crear esa belleza

                                                                                                                                        Cuento Zen

   Todos somos vasijas agrietadas por alguna parte, pero siempre existe la posibilidad de aprovechar las grietas para obtener buenos resultados.

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