viernes, 4 de febrero de 2011

Entrevista a Fernando Malkún

¿Quiénes somos?, ¿de dónde venimos?, ¿para dónde vamos?, ¿cuál es el sentido de nuestra existencia?, ¿qué hay después de la muerte?, ¿cuáles son los niveles de conciencia que alcanzamos durante el viaje terrenal?, ¿por cuántas reencarnaciones tenemos que pasar para lograr el estado perfecto?, ¿qué hay de cierto con las Profecías Mayas que predicen el fin del mundo en 2012?, ¿qué nos espera luego de esta anunciada transformación? 
Una y mil preguntas que a través de los años han rondado las mentes de científicos, investigadores, religiosos, apostatas, paganos, ateos, gente del común, y que un colombiano, a través del estudio, los viajes, la experimentación y el arduo trajinar en la ciencia, la astronomía, la filosofía, la misma arquitectura, ha podido desentrañar y descifrar para beneficio de quienes se interesan por el origen, la presencia y la evolución del hombre en el planeta, y más allá de los confines del universo. 
Fernando Malkún, nacido en Líbano (Tolima), da cuenta de sus sesudas investigaciones de la desaparecida civilización Atlante; y se ha sumergido como pocos en las culturas Maya y Egipcia. 
A partir de estas investigaciones y de un riguroso trabajo de campo realizó para televisión las series ‘La conexión Atlante’ ‘Los dueños del tiempo’, ‘Las 7 profecías Mayas’, ‘El ojo de Horus’ y ‘Hari Kat: la gran revelación de las piedras de la pirámides’. Además es autor del libro: ‘Sak B’alam, el profeta Maya’. 
A Malkún es difícil ubicarlo, ya que su peregrinaje por el mundo es inagotable, pero siempre regresa. Cuando lo hace, parte directo a su refugio, una casa que más parece un templo, en el municipio de Ubaque, detrás del cerro de Guadalupe, situada en la base de una cima que los antepasados conocían como Quinta Montaña, desde donde se divisa en todo su esplendor el cañón del río Blanco. 
En medio de la paz, la armonía y la soledad ideal del anacoreta, Malkún recarga energías y, en franca comunión con las montañas azules que lo rodean, concluye que el mundo terrenal es apenas uno entre los millones de planetas, constelaciones, sistemas solares y satélites que hacen parte del espacio infinito, y que el hombre, con toda su complejidad, su ego, sus mezquindades y su finitud irremediable, es apenas una brizna en las manos de Dios. 
Por eso, agrega, hay que trabajar en avanzada, en función de la conciencia, que es la sabiduría, vitamina del espíritu, timonel de ese vehículo llamado cuerpo, del que en cualquier momento tendremos que despojarnos para alcanzar nuevos niveles, según él, dependiendo de la tarea que hayamos desempeñado en la tierra. 
Entrevista:
Usted habla de un promedio de setecientas reencarnaciones con sus respectivos niveles de conciencia. ¿En qué momento el ser humano deja de ser carnal para convertirse en un iluminado? 
"Entre 700 y mil reencarnaciones: 700 dicen los mayas; 1000, dicen los egipcios. La conclusión que se saca es que a unos les toma más tiempo que a los otros. El universo no tiene afán. Uno se convierte en un ser de luz cuando ya no tiene nada más que aprender como ser humano, porque ha llegado al séptimo nivel de conciencia y en ese momento se ilumina". 
¿Y qué viene después? 
"Un ciclo cósmico: nos demoramos aprendiendo de la inocencia a la sabiduría. Nos demoramos enseñando y guiando a los que vienen detrás. Luego entramos en el proceso de evolución de los seres de luz para llegar a las jerarquías del universo". 
¿Usted en qué reencarnación cree que va? 
"Yo estoy en el tercer nivel de conciencia, lo que indica que he vivido aproximadamente unas 400 vidas". 
¿Cómo podemos darnos cuenta en qué nivel estamos? 
"Niveles muy bajos mantienen un pensamiento negativo: son reactivos y conflictivos. Sólo les importa su propia satisfacción. Un poco más arriba, personas que juzgan permanentemente a los demás: se sienten víctimas de ellos o de Dios. Tienen cantidades enormes de falsas creencias y permanecen en continuo sufrimiento. Un poco más arriba, personas que mantienen altos niveles de energía vital que permanecen en neutralidad, que no culpan y respetan el camino de error de los demás porque saben que es a través del error que evolucionamos y aprendemos. Un poco más arriba, personas que aceptan que todo lo que sucede es perfecto, que nada sucede por casualidad; que todo evento pasa para que aprendamos o para que veamos nuestras limitaciones mentales. Un poco más arriba, personas que irradian permanentemente amor. O sea: tolerancia, flexibilidad, humildad, respeto, que no buscan el estatus, la fama o las posesiones y que enseñan a los demás con el ejemplo de una conducta extraordinariamente gentil y delicada". 
¿El Séptimo nivel es la misma jerarquía de la gran conciencia universal? 
"Es esa jerarquía a nivel humano. Son personas que están en unidad con la diversidad, que no tienen una separación de sujeto-objeto, sino que perciben desde todos los puntos de la realidad que se encuentra a su alrededor. Su altísima energía vital hace que su conciencia esté en cámara lenta, gozando la extraordinaria diversidad de estados de ser que conforman El Todo". 
¿‘El Todo’ es Dios? 
"‘El Todo’ es lo que tiene potencia de ser, lo que fue y lo que es. Es lo manifestado y lo inmanifestado. Es el espacio infinito, lleno de energía consciente que nos contiene a todos". 
Cuando se habla de que Dios es amor: ¿ese amor está contenido en nuestro corazón o en nuestra alma? 
"Nos han vendido la idea de que el amor es el amor de pareja, lo que llamamos enamoramiento. La misma palabra lo dice: en-amor-miento. Luego, ese amor es sólo una conducta automática instintiva para preservar la especie". 
¿Y cuál es entonces el verdadero amor? 
"La esencia del amor es la neutralidad. Eso es lo que permite la aparición de la diversidad, que infinidad de entidades puedan manifestar libremente su propia esencia y asumir las responsabilidades y experimentar lo que crea. Eso se llama la ley de causa y efecto". 
¿Y qué es en sí el alma? 
"Nosotros tenemos alma y tenemos un espíritu diferenciado. El alma es el contenedor de la personalidad, de la mente, de nuestro sistema de creencias, de nuestra identidad, de nuestro cuerpo etérico (cuerpo de energía), nuestro cuerpo emocional, nuestro cuerpo mental y nuestro cuerpo físico. Todos son temporales y cambian en cada reencarnación. Nuestro espíritu es eterno: él es el que anima y observa con neutralidad las experiencias del alma. El alma, en el momento de la muerte, le entrega a nuestro espíritu las comprensiones que obtuvo en esta vida. Y esa es la manera como nuestro espíritu evoluciona. En el momento de la iluminación, nuestra alma se funde con nuestro espíritu". 
¿Entonces la muerte no es el evento doloroso, trágico y luctuoso que nos embarga a los mortales? 
"Ese dolor o ese sentimiento de pérdida es el resultado de falta de información, de sabiduría. La muerte es básicamente un cambio de forma, de experiencias, de creencias y de punto de vista para encontrar nuevas comprensiones sobre el amor y el orden en el universo". 
¿Cómo se manifiesta el alma desencarnada después de la muerte a sus seres queridos? 
"Depende del tipo de muerte: si la muerte lo toma por sorpresa y la persona estaba muy identificada con el cuerpo, su alma estará desconcertada, escuchando los pensamientos de sus seres queridos y tratando de comunicarse con ellos, pero sin ningún éxito. Si la persona no estaba identificada con el cuerpo y llevaba una vida serena, se podrá manifestar con su aroma o con una sensación de presencia cercana, llena de energía y de amor". 
¿Si es el alma de un suicida? 
"El alma de un suicida estaba convencida de que la conciencia terminaba en el momento de la muerte: descubre con sorpresa que continúa sintiendo, percibiendo, oyendo los pensamientos de los demás, y observando las consecuencias de sufrimiento que produjo en todos sus seres queridos: ese proceso dura hasta cuando el alma reconoce el terrible error que cometió al observar el resultado de dolor que produjo su acto desesperado". 
¿Qué le hace pensar que la humanidad actual haya alcanzado topes alarmantes de dolor, confusión y sufrimiento? 
"Porque nos encontramos en el punto intermedio del gran ciclo cósmico: cuando todo lo negativo se potencia para que nos dediquemos a arreglarlo y se produzca la evolución de la conciencia en la humanidad entera. La mayoría de los seres humanos sobre la tierra nos encontramos entre el segundo y el tercer nivel de conciencia, y unos muy pocos en el cuarto. Esto quiere decir que nuestro planeta es uno de los planetas de primaria del universo, donde venimos a aprender por contraste la importancia del querer al experimentar el odio, la importancia de la paz al experimentar la guerra, la importancia de estar sano al experimentar la enfermedad. Son las experiencias en carne propia las que nos dan comprensión y sabiduría". 
¿Lo del fin del mundo en 2012, a partir de las profecías Mayas, puede ser una realidad? 
"El mundo no se va a acabar. La evolución de la conciencia nunca termina porque Dios exhala inocencia e inhala sabiduría. Nosotros somos los espíritus inocentes que a través de la experiencia acumulamos la sabiduría que le entregamos a Él. Hay probabilidades, creo que muy pocas, pero existen la posibilidad de que la ira de nuestros líderes provoquen un ataque a Irán y a Siria (Gog y Magog en la Biblia), que desencadenaría la tercera guerra mundial, dejando consecuencias de sufrimiento y muerte para una gran parte de la humanidad: su resultado sería que una humanidad diezmada y terriblemente arrepentida de lo sucedido decida cambiar el orden establecido para que el evento nunca se vuelva a repetir, generando un orden más armónico sobre la tierra. Sin embargo, pienso y espero que ese no es el camino que nos corresponde ahora: estamos en el amanecer de la galaxia: a punto de comenzar una era de luz en la conciencia, en la que los niveles de sufrimiento que existen en este momento, nunca volverán a darse. Esto depende de las decisiones que todos nosotros tomemos en nuestras vidas, porque lo que se manifiesta siempre es el resultado de una cocreación colectiva. Es decir, todos tenemos responsabilidad sobre lo que sucede. Los pueblos tienen los guías políticos que necesitan, dependiendo de las experiencias de aprendizaje que necesitemos". 
¿Será por eso que el hombre de hoy se aferra tanto a sus posesiones, a la materialidad, al consumo? ¿Eso hace parte del desespero colectivo? 
"El problema es que el hombre actual cree que la felicidad está en la posesión de bienes materiales y en el control de la conducta de los demás, y además cree que vivimos una sola vida: eso hace que se genere una ansia desmedida, una codicia extraordinaria por lograr el control y las posesiones que producen las satisfacciones corporales y aseguran la sobrevivencia y la ventaja en la competencia con los demás. Todas esas conductas que impiden la felicidad". 
¿Y qué es entonces la felicidad? 
"Es un estado de dicha serena, de valoración de lo que tengo, así sea muy poco, de agradecimiento profundo por todos los errores que he cometido, porque son los que me han permitido aprender y llegar a donde estoy, y es la confianza absoluta de que todo lo que va a suceder en mi vida es perfecto, así sea difícil, porque será lo que necesito para transformarme y acercarme cada vez más a la sabiduría que trae consigo la abundancia, el consenso, la belleza, la humildad y el amor". 
¿Por qué los Mayas la tenían tan clara en cuanto a su propia realidad, y siglos después a la nuestra? 
"La tenían clara porque se auto-observaban por lo menos una vez cada 24 horas, para encontrar qué conductas o que creencias provocaban conflicto y sufrimiento, y así corregirlo inmediatamente, y también, porque observaban la realidad en la que se encontraban: registraban los movimientos de los astros y las consecuencias que generaban en la naturaleza, y en los seres humanos las energías que dirigían hacia la tierra. Así lograron entender que el universo entero está ayudándonos a evolucionar, y que hay evento cíclicos a diferentes escalas que garantizan la evolución de nuestra conciencia". 
¿Sabían los Mayas de astronomía? 
"Fueron los astrónomos más inteligentes y precisos, y utilizaron los instrumentos más sencillos y extraordinarios para producir los calendarios (más de diecisiete) sincrónicos de todo lo que existe en el medio ambiente a su alrededor. Eso les permitió adelantarse en el tiempo y profetizar los eventos que sucederían en nuestro tiempo". 
¿Entre ellos 2012? 
"Precisamente el 2012 fue el motivo de uno de sus más importantes calendarios: ‘la cuenta larga’, con el que midieron el tiempo que faltaba en movimientos cíclicos de los astros para que el sistema solar llegara al punto en el que nos encontramos nosotros hoy: el punto intermedio del gran ciclo cósmico de 26 mil años, 13 mil años después del diluvio universal y del fin de la última glaciación sobre la tierra". 
¿Qué hay con lo del cometa, o meteorito, del que se dice se nos viene encima? 
"Los Mayas lo llamaron ‘Eko Kan’. En el Apocalipsis lo llaman ‘Ajenjo’. Y tiene muchas probabilidades de aparecer en nuestros cielos, antes del 2012, pero no para destruir la humanidad, porque eso no fue lo que ninguno de esos profetas vio en su futuro, sino para acercar al hombre a la probabilidad de su muerte. Esto produce en el interior de todo ser humano un estado de neutralidad y de evaluación imparcial de lo que ha hecho equivocado, de lo que ha permitido que otros hagan equivocado también, para despertar un propósito de transformación y de cambio interior". 
¿Qué sugiere para esperar ese tenebroso viernes 21 de diciembre de 2012? 
"Dedicarnos a gozar del instante presente, del aquí y el ahora. El miedo implica salirnos del único tiempo que realmente existe: el presente, para construir monstruos que nunca se manifiestan, que sólo hace que perdamos energía vital y la posibilidad de ser felices. Recuerde que todo lo que sucede es perfecto y está diseñado por Dios para impulsar la evolución y el perfeccionamiento de la humanidad". 
¿Qué le hace pensar que las religiones, la católica, por ejemplo, no se haya pronunciado al respecto? 
"Desafortunadamente no nos están dando las respuestas que necesitamos ahora. Están ancladas en el pasado, tratando de mantener una estructura que ya no corresponde a esta época del saber". 
¿Cómo observa la desmesurada revolución tecnológica, la globalización? 
"Me parece extraordinario, porque está poniendo la información al alcance de todos los seres humanos, sin condiciones e instantáneamente. Está permitiendo la construcción de bancos de datos colectivos, la aparición de un cerebro global, de una mente con la que todos estamos conectados, y a través de la cual nos podemos conectar los unos a los otros de manera inmediata. Es la información la que permite la evolución de la conciencia, el descubrimiento de las falsas creencias que tenemos instaladas para producirnos sufrimiento, culpa, vergüenza, rencor y deseos de venganza". 
¿Cuál es en definitiva nuestro peor enemigo? 
"Nuestro peor enemigo son las falsas creencias, las que determinan que actuemos de manera equivocada para producir conflicto y daño, convencidos de que estamos actuando bien. Para ellos, el universo tiene una receta muy sabia: todo lo que es falso siempre produce sufrimiento. Todo lo que es verdadero siempre produce armonia".



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